dimanche 25 février 2007

Et le Cèsar est atribué à ...


Primer anho que no voy a ver el Oscar en vivo y en directo. Sí pues, qué cosa, soy de las que hacen canchita y se juntan con otra gente para ver el Oscar. Bueno, era. La ceremonia es hoy a las ocho de la noche, dos de la manhana en mi órbita, imposible, no la hago.
En compensación, anoche vi por primera vez la entrega de los premios César, los Oscar franceses (aunque los franceses digan que esta noche se entregarán Los César americanos): no conocía ni a la tercera parte de los presentadores, no había visto ni una de las películas que competían por el prermio y hasta terminé extranhando a Pepe Ludmir y sus sucesores porque al menos cuando ellos hacían el intento de traducir les podía echar la culpa por no entender los chistes, pero ahora simplemente no los pescaba, o no tenía los suficientes referentes, whatever.
Igual, Jude Law hablando francés con acento inglés justificó el esfuerzo. Juliette Binoche lo presentó, han hecho una peli juntos por lo que entendí, y poco le faltó para lamerlo. Yo sé que está muy mal que se haya acostado con la nana, que Sienna Miller se demoró demasiado en chotearlo y todo lo que quieran pero durante varios segundos no pude impedir que se me descolgara el labio inferior con todas las consecuencias que ello implica.
Pedro Almodóvar también llevó su papelito en francés, y pronunció tan espantosísimamente como cuando habla en inglés. Hillary Swank llegó como vestida para el Oscar, strapless azul pegadito con lentejuelas y cabellos planchadazo, pero se disculpó por no hablar francés. Tenía que presentar las nominadas a mejor película extranjera (ganó Little Miss Sunshine) pero estaba tan hipertensa (o sea, bien tensa, no con problemas arteriales, aunque quizá, porque se le veía un poco machete) que cometió un error al momento de decir las nacionalidades -tampoco entendí- y no paró de disculparse, "it's excusable?" le preguntó hasta el final a la maestra de ceremonias.
Mucho menos glamour pero eso me pareció paja: como que no se la toman tan en serio, se nota que no han practicado mucho el guion, se equivocan, se cruzan, se desconciertan y los ganadores pueden agradecer tanto como les cante la emoción. Casi todos los hombres sin corbata y con barbita resina, las mujeres como si no hubieran tenido tiempo de pasar por el peluquero pero a pesar de eso, o quizá por eso mismo, guapas. Había gordas, narizonas, bizcas, crespas (yes!!) desalinhadas, con panhuelos en la cabeza, con lentes de tía, con zapatos chatos, con pantalón, pero nadie con un disenho de diez mil dólares ni con las tetas en bandeja. Mi tía Jeanne Moreau se apareció con unas tabas rojas de charol y una especie de manta negra que la envolvía como tamal, pero una grande.
El César a la mejor película fue para Lady Chatterly (su protagonista también se llevó el premio a la mejor actriz) y el de mejor director recayó en Guillaume Cantet, un patita de 33 anhos muy potable, por Ne le dis a personne, que es la adaptación de un libro del mismo nombre, cuya tradución en espanhol sería No se lo digas a nadie, por si a alguien le suena conocido.
Al terminar la ceremonia, mientras los premiados se subían al escenario para la foto de rigor, Jude Law volvió a darle sentido a todo, cuando dijo mirando a la cámara: "N'oubliez pas: aller au cinèma est sexy". Bueno, yo ya les conté mi Cesar, me cuentan el Oscar peeeee

Guillaume Cantet recibió su César de Jeanne Moreau (atrás)

vendredi 23 février 2007

Nosotros y ellos

Tomar agua del canho en lugar de comprar botellas de agua mineral es una forma de proteger el medio ambiente, evitar el despilfarro de energía y ahorrar el preciado don del agua. Cuando leí esto en una enorme lista de consejos que publicó el diario La Liberté para evitar el desastre ambiental que se nos viene, yo, que arrastro esa costumbre desde Lima básicamente por flojera antes que por inquietud ecológica, me sentí casi orgullosa de mí. Pero solo por un ratito, porque en las siguientes líneas me enteré que soy uno de los seres más contaminantes de este lado del mundo. Por ejemplo, debería comprar solo legumbres y frutas de estación porque los productos alimenticios importados se transportan en avión, lo cual implica elevadas emisiones de CO2, y encima algunos son cultivados en condiciones inhumanas, los agricultores no reciben sueldos justos y los sembríos son roceados con agentes tóxicos. En caso de suma necesidad, debería escoger frutas que hayan viajado en barco, porque contamina menos.
Siguiendo con mis delitos verdes, he agarrado la costumbre de darme banhos de tina, lo cual es un crimen porque gastas un orto de agua, ene veces más que cuando solo te das una ducha. Así que resulta que yo era menos agresiva para el entorno en Lima que acá en Villarimboud. Sí pues, cuando encuentro plátano para freír importado de Costa Rica no razono, y si aparece una paltita ecuatoriana pierdo los estribos. Además, mi casa de Miraflores solo tenía una ducha, aunque si hubiera tenido tina fácil que tampoco la usaba con lo estresadita que andaba.
Pero eso no es todo. Como el consumo de energía de la confederación se ha incrementado en dos por ciento durante los últimos anhos, las autoridades han propuesto suspender la venta de electrodomésticos con función stand by, o sea microondas, equipos de música, algunos televisores y un montón de cosas más. Si ya tienes uno, nadie te lo va a arranchar, pero la idea es prohibir su comercialización hasta el 2010, para presionar a los fabricantes a modificar sus aparatos. También hay una campanha contra las camionestas 4x4 porque además de consumir harto combustible, son "vehículos agresivos" que generan en sus conductores una sensación de poder y los vuelve propensos a infringir las normas de tránsito.
O los medios de este país tienen una obsesión con la ecología o yo me he vuelto repentinamente más sensible a estos temas (el planeta se está muriendo!!! cómo podría traer un ninho a este valle de lágrimas tóxicas!!)? O lo primero ergo lo segundo. Tampoco es que vaya a dejar de comprar ropa con fibra sintética o a comer solo vegetales cultivados bajo las normas del protocolo de Kyoto, pero al menos ya me instalaron la culpa, lo cual no es tarea muy complicada a decir verdad.
En la tele anuncian un sistema de circulación alterna para los autos en las grandes ciudades (un día solo circulan lo que tienen placa que termina en número impar y otro día los que tienen número par) y le pregunto a Magtán cómo va a hacer para ir a chambear si la primera estación de tren queda a cinco kilómetros de la casa y él entra a las siete de la manhana. "Han dicho las grandes ciudades", me responde, "o sea, Ginebra, Berna, Zürich y Basilea a lo mucho. Nosotros no tenemos esos problemas". Estoy a punto de responderle "Cómo que no tenemos esos problemas???" cuando me doy cuenta de que la primera persona plural me ha jugado una mala pasada: al decir nosotros, se ha referido a él, a mí y a la gente que nos rodea; pero cuando yo digo (o pienso) nosotros me refiero a mí, a él y a Lima y balnearios. Por ahora, todos los que nos rodean seguirán siendo ellos.
Pucha estoy segura de que tenía una moraleja ambientalista, pero ya me distraje con la sintaxis y mejor ahí lo dejo porque luego yo misma me enrollo.

dimanche 18 février 2007

El rey de la chatarra



Mi regalo de matrimonio-cumpleanhos-navidad para Magtán fue un nuevo detector de metales. Ah, me había olvidado de decir que él ya tenía uno, cuanto cabe de viejo, que le reventaba los tímpanos cada vez que se tropezaba con un pedazo de fierro oxidado. Creo que tampoco dije que el hobby de Magtán es buscar monedas u objetos antiguos en los bosques de los alrededores. Para eso espera los fines de semana con ansiedad, verificando diariamente los pronósticos del clima porque si llueve, se le arruina el vacilón. El vacilón consiste en sacar su modernísimo detector de metales, mi regalo o sea, y salir con el perro a explorar caminos abandonados, las riveras de los ríos, lomas alejadas de la civilización, es decir casi cualquier recodo de este territorio que ha sido atravesado por buena parte de la historia europea. El vacilón implica, además, ponerse un par de audífonos que van conectados al detector y prestar atención a sus chillidos, pues estos varían según el tipo de metal, el tamanho y la profundidad a la que se encuentre; si el sonido es firme y claro, hay que echarse a escarbar hasta llegar al tesoro. El tesoro puede ser una valiosísima moneda de oro con el rostro de Nerón o un deleznable cartucho de fusil, como los tres que encontramos hoy por la tarde. Generalmente, regresa a casa con lo segundo, con las manos asquerosas y el perro embarrado hasta el hocico. Pero también ha encontrado alguna cosita de la época de Julio César y, por ahora, su hallazgo más importante con este nuevo detector es una moneda de plata de dos francos, fechada en 1944.
A diferencia de la mayoría de aficiones, esta requiere paciencia infinita. De hecho, aun si encontrara una pieza con el rostro de, qué se yo, Marco Antonio (que dicen que no era tan guapo como Richard Burton), antes de poder exhibirla o registrarla, primero tendría que remojarla en aceite (preferentemente de olivo) durante meeeeses, luego rasparla delicadamente, y ya no sé cuantas cosas más. Santa paciencia que, basta de hipocresías, debe convertirlo en uno de los pocos hombres capaces de estar a punto de celebrar dos meses de matrimonio conmigo. De hecho, ese fue uno de sus argumentos para convencerme de venir a vivir con él. Que en Lima no podría salir a "prospecter", que quizá hasta le robaban su aparato o lo acusaban de huaquero. Que le parecía imposible vivir lejos de un bosque. Fue la primera vez en mi vida que escuché algo así, y ya ven lo que consiguió con tal derroche de originalidad.

Al fondo, vista completa de Villarimboud, la village donde vivimos, salvo por unas diez casitas que no entraron en la foto.

jeudi 15 février 2007

El zorro

Este anho, los guardias forestales tendrán que matar unos ochocientos zorros rojos. Quizá más, porque los dichosos rénards roux se han reproducido demasiado últimamente, pero también porque las zonas residenciales cada vez están más cerca de lo que antes era su hábitat exclusivo. Yo ya los he visto, pero de lejos no más, desde el auto y con tal lentitud de reacción que cuando atinaba a mirar en la dirección que senhalaba el dedo de Magtán ya solo había una puntita de cola o una mancha que se alejaba en el horizonte. Él se los encuentra más seguido, cuando sale al bosque con su perro. A menos que seas una gallina o un conejo, no corres mayor peligro. Pero por eso mismo hay que matar por lo menos ochocientos zorros este anho. No contentos con asustar a las pobres aves de corral, y comérselas de paso; rondan los tachos de basura, e incluso una zorra -tenía que ser- tuvo el cuajo de parir debajo de un sofá, siiii, en la casa de una senhora minusválida que solo salía de su cuarto cuando venía su asistente médica o algo parecido.
En realidad, el mayor problema radica en que los zorros son portadores de una bacteria peligrosa para el ser humano: ellos la eliminan por sus excrementos, pero si un perro o un gato los huele te la puede pegar.
Como a todo perro, a Zambi le encanta oler cacas ajenas, pero encima a veces se las come. El anho pasado se pasó varios días vomitando luego de empujarse una tremenda bosta vacuna. Así que, sorry Aldito, pero supongo que es una buena idea que los guardabosques maten tantos zorros como puedan. No es que me dé miedo contraer esa enfermedad --ches, me he olvidado el nombre--, sobre todo después de haber pasado más de treinta anhos tomando agua de canho de Lima. Solo que estoy segura de que si un día aparece un zorrezno bajo mi cama, me lo voy a querer quedar para mí.

mercredi 14 février 2007

Faltas de costumbre

Nunca es tarde para aprender, pero suele ser más dfícil aprender tarde. A nadar por ejemplo. No sé que interpretación se le pueda dar a este hecho, pero casi todos los hombres con los que me he vinculado, digamos, románticamente, no sabían nadar. Mi actual esposo incluido. A uno de ellos intenté ensenharle, con resultados no solo desalentadores sino también, y sobre todo, agotadores. No es lo mismo pues ayudar a flotar a una criatura mientras le repites que patelee y respire que hacer lo propio con un camarógrafo fisicoculturista. No pasamos del estilo perrito, y esto fuera del agua.
Bueno, cocinar y manejar también deberían figurar en la lista de cosas que algún adulto responsable debe ensenharte antes de que tus reflejos se vuelvan lerdos y tus prejuicios se fosilicen. Ahora, pasados unos veinte anhos de la que debería ser la edad reglamentaria para enfrentarse por primera vez a una receta, comprendolo que debe sentir mi vieja cuando se sienta a escribirme un mail. Entiendo además por qué lo hace tan esporádicamente y por qué prefiere seguir mandándome encomiendas que demoran un siglo en llegar; si yo pudiera escoger también pediría comida por delivery todos los días. Y con el auto, pues parecido. El riesgo ya no es divertido cuando los danhos y perjuicios se cargan a tu cuenta.
Pero acabo de descubrirme un handicap que no puedo achacarle a mis viejos, los pobres. Caminar bajo la lluvia o, más bien, desorientarse ante casi cualquier fenómeno climático debe ser algo inherente a la limenhidad, de hecho espero que lo sea para sentirme más acompanhada. Primero, hay que acostumbrarse a prestar atención a lo que anuncia el senhor del tiempo que aparece en la tele todos los días a las ocho de la noche. Luego, hay que desarrollar el reflejo de sacar el paraguas cuando sales a la calle y, acto seguido, encontrarle un espacio entre tu cartera, tus bolsas de compras y tu mapa de la ciudad. Si eres principiante, olvídate de combinar el color o el estampado con tu look, aprende primero a escoger un modelo que no se doble hacia arriba al primer ventarrón y que se abra sin representar una amenaza para los transeúntes.
Todavía recuerdo el mal humor de Ian -el impaciente inglés- mientras él avanzaba como gacela (en su espantosa Birmingham llueve 340 días al anho) bajo un chubasco en Bruselas, mientras yo no atinaba a poner un pie delante del otro porque la lluvia me empanhaba la visión, mis tacos se resbalaban y me volvía más torpe a cada gota.
Varios anhos después, la lluvia ha vuelto a complicarme la vida. Mi paraguas se fue al diablo esta semana. Antes de salir, Magtán me recordó que lo lleve y me advirtió que el mango era quizá demasiado largo. Yo escogí ese paraguas porque era rojo y me pareció la mejor alternativa para mi impermeable negro y las nubes grises (los otros paraguas del perchero eran definitivamente más monses). Claro que cuando él me dijo que el mango era quizá demasiado largo, se refería en realidad a que, teniendo en cuenta mis proporciones, el artefacto iba a ceder al toque. Pero objetivamente solo me dijo que el mango era quizá demasiado largo. En efecto, la segunda vez que traté de hacer que recupere su forma, en pleno centro de Friburgo, los ganchos cedieron y me quedé con una tela chorreada y un montón de fierros estirados. Sin perder la dignidad, espero, caminé no más, haciendo zigzags absurdos para cobijarme bajo los escasos toldos del bulevar de Perolles y maldiciendo la hora en que no nací en la sierra peruana.
Magtán dice que me lo advirtió, pero eso no es del todo cierto. Y que de todas maneras yo no le iba a hacer caso, lo cual puede ser verdad. Además acá no hay tegemotos amog, agrega como si con eso pudiera conjurar la gripe que me empieza a dar cosquillas en la garganta. Este anho todavía nos tiene reservadas otras tres estaciones, y yo que solo conozco verano con Sol y bloqueador e invierno con neblina y casaquita. Y yo que ya había superado mi pánico a los temblores.

dimanche 11 février 2007

Sobrinas


Pauline, Justine y Melisa son hijas de Carinne -hermana de Magtán- y Hubert. En la foto solo falta Nathan, que no vino hoy al cine con nosotros porque como solo tiene 5 anhos, las payasadas de Ben Stiller no necesariamente lo divierten. Los seis forman la familia Lamey-Hamel, bastante más numerosa que el promedio suizo, europeo y hasta peruano diría yo; pero los padres de Magtán tuvieron tres hijos (Magtán, Carinne y Fabien), así que para ellos no parece ser mayor novedad esto de las aglomeraciones genéticas. Creo que a Magtán también le gustaría que sigamos -o sea, que yo siga- el ejemplo de su madre y su hermana, pero por ahora tiene que arreglárselas para convencerme de mandarme a encargar el primer Hamelito. Y hemos quedado en que -si y solo sí todas las condiciones son favorables, calentamiento del planeta incluido- de dos no pasamos.
Pauline y Justine, de 12 y 10 anhos respectivamente, son más grandes que yo. Una lástima porque a las dos les encantan mis zapatos, pero ya calzan 37. Melissa, de ocho, me va a pasar dentro de tres meses, cuando mucho.
Las tres son educadísimas y muy graciosas, pero de todas maneras una tarde completa con ellas es extenuante. Magtán apenas puede mantenerse despierto en el camino de regreso a casa. Y eso que estuvo a punto de perderlas durante el entretiempo de la película. Se suponía que iba a comprarles golosinas y llevarlas al banho; pero se le ocurrió salir a fumarse un cigarrillo, y como las chicas no lo vieron, volvieron a la sala a buscarme para que yo les compre sus dulces; la cosa es que él se quedó esperándolas, y luego todos nos cruzamos afuera.
Aprovecho su fatiga para hacerle notar lo difícil que debe ser tener que cuidar un ninho más chiquito todo el día, durante por lo menos 18 anhos, pero él no acusa recibo. Las indirectas no son su fuerte. Habrá que invitar a las ninhas más seguido, pero a partir de ahora con su hermanito más.


En la foto: Pauline, Justine y Melissa.

mercredi 7 février 2007

Una de dos


O yo calculo pésimo las cantidades de los ingredientes o él hace como que come pero en realidad solo juega con el tenedor y mueve las mandíbulas para no ofenderme.
La cosa es que ya me comienza a perturbar esto de botar comida todos los días. Ya, podría guardarla para la noche; pero si mi intención es preparar algo para el almuerzo, por qué carajo siempre sobra tanto!!! Entonces, una de dos: o yo aprendo de una vez a dosificar o él se consigue un trabajo mejor remunerado para poder comer afuera todos los días. No, madame Hamel no piensa retomar la actividad laboral hasta nuevo aviso.

P.D: el plato de la foto está casi intacto, lo cual no necesariamente refleja la realidad. me pareció fácil preparar las dichosas patates a la créme, pero no contaba con la mala onda del horno. nunca se cocinaron las papas, a ninguna de las temperaturas que aumenté y reduje compulsivamente cuando me di cuenta que seguían crudas y que los tomates ya se estaban evaporando. este es casi otro post pero, en fin. ya me ha hecho varias este horno, pero no me va a vencer. Rucky siempre se levanta de la lona antes de que le cuenten hasta 10.

mardi 6 février 2007

Auto-école (no leer autoécole sino otóecol)


Contraviniendo todo consejo, he aceptado que Magtán me dé mis primeras lecciones de manejo. Para tomar esta decisión me he basado en dos factores atenuantes: 1) él ya tenía planeado comprarse un auto nuevo este anho, así que da lo mismo si rallo, abollo o hago explosionar su buen Ford 2) imposible resistirme a la tentación de tratar de demostrar que mi cónyuge no es tan ogro como el del resto de ustedes. Un factor en contra es el hecho que de todas maneras voy a tener que tomar un curso completo luego porque al parecer acá solo te dan la licencia si acreditas no sé cuántas horas de manejo en companhía de un profesor autorizado y demás.
Sí pues, pude haber esperado a que pase el invierno, empezar mi curso tranqui y ya. Pero no, una tarde salió el sol, la nieve se había ido, no teníamos nada que hacer, nuestras miradas se cruzaron y terminamos en un recóndito paraje del bosque ajustando el asiento del chofer para que mis patitas alcanzaran los pedales (así se llaman?). Esto último todavía no lo hemos conseguido del todo, dicho de sea de paso, pese a que ya vamos por la tercera clase.
Arranco regia, meto primera como una diosa, paso a la segunda sin contratiempos pero no hay manera de que enganche la tercera. Yo creo que la palanca de este carro ya está un poco machete, y encima tengo que embragar a fondo para hacer cada cambio, con lo que me cuesta siquiera rozar los pedales (o como sea que se llamen).
Pero no nos hemos sacado los ojos, al menos no todavía. Casi, casi, cuando nos salimos del camino como en las películas, con frenada derrapante y todo, porque dice él que aceleré demasiado (cuando ni siquiera puedo posar toda la planta de mi pie en el acelerador) y que estuvimos a punto de chocarnos con un árbol (si estábamos en el bosque, con qué más nos íbamos a chocar) y que por eso él tuvo que poner el freno de mano. Yo solo sé que si me daba una micromilésima de segundo más, me organizaba para pisar el freno.
Eso sí, me llega cuando dice cosas como "no estás en tercera sino en neutro, es obvio!" (si fuera obvio, te juro que no tendrías que decírmelo) o "primero embragas luego frenas, cualquiera puede recordar eso" (ya, gracias, por lo menos no soy cualquiera); pero por lo demás él mantiene la saludable costumbre de sonreírme afectuosamente pese a todo. Por supuesto, yo estoy segura de que nunca voy a aprender, que a la primera que me dejen sola me llevaré de encuentro un ericito (siendo optimista) y que de todas maneras nadie podrá jamás convencerme de manejar cuando llueva, nieve o haya otros autos a mi alrededor. O sea, normal no más. Por suerte, esposo no me toma muy en serio, y creo que yo misma me estoy acostumbrando a bajarme el volumen. Así que aunque no saque el bendito brevete, para algo habrá servido la experiencia.

samedi 3 février 2007

La classe

Tal como sospechaba, mi curso de formación para profesores de idiomas va a ser además una lección de cultura suiza. Somos once. Dos hombres que si no son, chocan en el palo; uno de Friburgo, el otro suizo-alemán, de Zürich si entendí bien. Entre las mujeres hay una inglesa y una guadalupana -si es ese el gentilicio de las personas nacidas en la isla de Guadaloupe-, a su vez la única negra. Luego hay una suizo-italiana (del Tessin), tres suizo-romandes (hablan francés) y tres suizo-alemanas. Dos de mis companheras han adoptado ninhos, una en Nicaragua, la otra en Costa Rica.
Las profesoras se llaman Regina Imhof y Christine Horowitz. Hoy solo conocimos a Regina. Es alemana, vive hace como 20 anhos en Suiza y se siente suisse-romande. Todos nos hablamos en francés pero algunos de ellos están siguiendo el curso para luego ensenhar suizo-alemán -que no es alemán pero tampoco se te vaya a ocurrir decirles que es un dialecto (que lo es)- e incluso romansch que, agárrense, es una mezcla de italiano y alemán. Huelga decir que soy la única latinoamericana y, por lo tanto, la única que piensa ensenhar espanhol.
Todo esto lo averigüé en mi primera clase. Es el problema -o la ventaja si quieren- del enfoque comunicacional, que más o menos se resume en la consigna de ensehnar conversando, buscando temas de interés general, haciendo que cada quien hable un poco de sí mismo y, sobre todo, nunca dar la impresión de estar ensenhando gramática, proscribir términos tan simpáticos como adverbio, complemento directo o pasado imperfecto y olvidarse de los nunca bien ponderdos ejercicios con espacios en blanco para rellenar. Acá, a los estudiantes se les pone música, se les hace leer revistas y ver películas. Debe ser muy divertido cuando eres el alumno, pero anda a ver cómo te las arreglas cuando el profesor eres tú.
Yo aprendí todo -idiomas incluidos- bajo el viejo método de apuntar, repetir y memorizar. Nada de escenificaciones tetrales, ni canciones ni conversa con tu companhero sobre lo que almorzaste ayer. Pero parece que ese estilo ya no sirve, sobre todo en la ensenhanza de lenguas. Dicen que quienes aprendían repitiendo "Buenos días, mi nombre es Jose", luego no sabían cómo reaccionar cuando alguien les decía "Qué tal". Puede ser. La cosa es que ahora hay que aprender a ensenhar al estilo comunicacional -que, como su nombre indica, privilegia las habilidades comunicativas del hablante por encima de sus conocimientos estructurales de la lengua- y, bueno, en eso estoy.
Por ahora, ya me tinka que Marie France, la tessinoise, e Ian, el zurichois, no van a ser muy íntimos. Ella ha dicho sin mayor rubor que la lengua alemana es "invasora", él le ha dicho que esa es la típica letanía de los italianos, ella le respondió que los tessinois destestan a los italianos y que además todos le tienen pánico a eso que hablan los suizo-alemanes (su lengua, o sea), y el otro replicó que ídem los suizo-alemanes respecto a lo que hablan los romandes, que encima pronuncian pésimo cualquier otra lengua que no sea el francés, y ya venía la tuya pero por suerte la profesora retomó el curso del curso. A todo esto, la única escarapelada parecía ser yo. Tres idiomas oficiales en un país de ocho millones de personas es mucho? o es un saludable desafío de integración? Muy pronto para responder.
Primera clase, y a mí ya me viene pareciendo que este método está como que demasiado comunicacional.