mardi 29 mai 2007

Bruselas es paja porque ...

... ahí vive Fiorella, mi hermana que estudia, trabaja, cocina rico y encima le cae simpatiquísima a todo el mundo. De hecho es simpatiquísima, y de hecho es lo máximo.
... cada vez que voy mi cuñado me hace unos tours mostros por el centro de la ciudad y mi sobrino está siempre a punto de ser más alto que yo
... esta vez, también vino mi querido Aldito, que me sigue cayendo muy bien pese a su terco empeño de no decir merci ni bonjour porque "tengo que imponer mi idioma", que es el español o sea también mi idioma y el de todos ustedes solo que él es el único que cree que decir palabras corteses en la lengua del país que visitas es alienarse o perder su identidad.
... los belgas han inventado un montón de cosas sabrosas que la mayoría le atribuye a otras naciones, como por ejemplo las papas fritas (por qué les dicen french fries?) y los wafles y no sé si la cerveza pero igual tienen tantas marcas y sabores de chela que si no la inventaron se merecen la mención honrosa.
... es una ciudad casi tan cosmopolita como París, solo que sin citadinos refunfuñones, y tan civilizada como mi querida Friburgo, pero con menos vacas.
... tiene un metro con una cantidad razonable de líneas y conexiones, no como el cafarnaúm de Nueva York, que también es muy paja ciertamente.
... desde julio, Easy Jet tendrá vuelos baratos Ginebra-Bruselas y podré ir y venir en hora y media en lugar de las cuatro que toma mi actual conexión avión-tren-avión
... acabo de pasar unos días ahí, y nada pues, siempre vuelvo con la sensación de que Bruselas es una ciudad muy paja.

vendredi 25 mai 2007

Autoridades fronterizas

El domingo pasado, a eso de las tres de la tarde, el ciudadano francés Gerard Valdenaire, de sesenta años, cruzò la frontera suiza junto a su esposa y un grupo de amantes de la caminata. A solo diez metros de la aduana de Roche dor, Valdenaire se desplomó y a los pocos minutos murió como consecuencia de un infarto fulminante. Ese fue el final de sus días y el comienzo de una odisea macondiana para su mujer y sus amigos.
Los primeros en llegar al lugar fueron los paramédicos de la ciudad más cercana; Porrentruy; que solo pudieron constatar el deceso porque está prohibido transportar cadáveres en una ambulancia. Antes de retirarse llamaron a un médico francés para que levantara el acta de defunción. Este último, a su vez, llamó sucesivamente a los bomberos y al Servicio de Asistencia Médica Urgente -Samu- para tratar de gestionar el traslado de los restos de Valdenaire pero en ambos casos le dijeron que esa función no les correspondía. A eso de las cinco de la tarde un vecino contactó a la la policía del pueblo cercano de Pont de Roide; Francia, pero ni bien llegaron los efectivos aclararon que lamentablemente no podían ocuparse del finado porque este se encontraba en territorio suizo.
Cuando ya empezaban a caer las primeras gotas del que sería uno de los más fuertes chubascos de esta temporada, otro de los vecinos llamò a un amigo suyo en la municipalidad y este consiguió que los policías aceptaran trasladar el cuerpo a una granja, ubicada a unos treinta metros del lugar donde había muerto el muerto, ya en tierra francesa. Mientras tanto; los policías franceses, que habían tratado infructuosamente de pasarle el bulto a la juridisdicción de Glere, optaron por llamar a sus colegas suizos para ver qué ondas. Pasadas las siete y media de la noche; los policías suizos se hicieron presentes pero explicaron que de ninguna forma podían aceptar la validez de un acta de defunción firmada por un médico francés. Media hora más tarde; un médico helveta levantó otra acta.
Resuelto el engorroso trámite legal, todavía hubo que salvar otro escollo. La carroza de la única funeraria de la zona no podía bajar por la trocha que lleva a la granja: 500 metros de pendiente carrozable, sola vía de acceso al lugar desde territorio helvético.
Finalmente, cerca de las diez de la noche, el que en vida fuera Gerard Valderaine comenzó a descansar en paz mientras lo acomodaban en la que sería su penúltima morada: la parte trasera de la 4x4 de un lugareño.

dimanche 13 mai 2007

Lost


Tanto trencito de aquí pa'llá, tenía que ocurrir alguna vez. Y solo por un antojo de tortilla española. Todo estaba fríamente calculado. Yo tomaba el tren de las 14:47, llegaba a Friburgo a las 14:58; caminaba dos cuadras hasta el centro comercial donde está el supermercado, compraba mis cebollas y mis papas, un chupetín y una revista de chismes para el camino y me sentaba a tomarme un cafecito haciendo hora hasta las 16:38, cuando salía mi tren de regreso. Pues bien, a las 16:24 estaba en el andén 2 limpiándome las migas de croissant que tenía por toda la ropa, cuando de pronto el altavoz anunció que en esos precisos instantes ingresaba al andén 2 el tren interregional, que salía en dos minutos con destino a Romont, o sea digamos el paradero final del tren que suelo tomar para ir a mi barrio de Rosé, que es tan chiquito que a veces ni lo mencionan en los trayectos ferroviarios.
Convencida como nunca de que había tomado una excelente decisión al venirme a este país donde los trenes no solo son puntuales sino que salen con diez minutos de anticipación, me trepé no más. Y no paré hasta Romont. Vi pasar mi estación, mi casa, a mis vecinos y seguí de frente. "Interregional no es lo mismo que intercity", me explicaría después Magtán. O sea, después de casi dos horas de dar vueltas en trenes y estaciones que nunca había pisado porque en Romont me compré al toque un boleto para el tren que salía en tres minutos hacia Rosé solo que lo tomé en otro andén, así que agarré la dirección exactamente opuesta. Mi nuevo destino era Bulle, a 45 minutos. En el camino había varias estaciones, pero tenías que tocar un timbre si querías bajar porque estos sitios son tan caletas que no justifican una parada fija. Qué iba a hacer yo ahí, sin ventanilla de boletos, ni teléfono público -a esas alturas ya quería llamar a Magtán pero, como tenía que ocurrir también, mi celu estaba sin batería- ni perro que me ladre. Solo varias vaquitas pastando al costadito de los rieles.
Bulle es una ciudad relativamente grande, no una metrópoli pero hay más cemento que pasto que ya es bastante decir. Desde ahí pude llamar a Magtán y decirle que ya me había comprado mi boleto a Rosé ("qué haces en Bulle?????"), que me habían explicado minuciosamente qué tren tomar ("si estás muy desorientada, en una hora y media puedo pasar por ti") y en qué andén hacerlo ("cómo pudiste equivocarte en la estación de Romont que es tan chiquita???"), que llegaba en una horita ("pero entonces mejor espérame y saliendo del trabajo voy para allá") y que como él iba a estar en casa antes que yo, se cocinara algo porque la tortilla de papa ya mucha chamba y a mí se me había pasado el apetito ("ni loca, yo me regreso sola, aunque tenga que hacer escala en Zürich").
Solamente tenía que cambiar de tren en Romont, de nuevo. Pero amenazaba con llover, los paneles estaban muy lejos y no había supervisores que me indiquen que por razones de mantenimiento habían cambiado de andenes ... y no, no me volví a equivocar, pero casi. Había unos alemanes igual de perdidos que yo, solo que ellos, más moscas, leyeron los cartelitos que con letras enormes advertían sobre el cambio y yo, no tan reblandecida pese a todo, los seguí como ovejita
Llegué agotada y de pésimo humor. La sonrisa preocupada-cachosa-condescendiente de Magtán tampoco fue de gran ayuda. Me ha costado varios días reconciliarme con el que se había convertido en mi medio de transporte favorito. Pero ya no es lo mismo: lo miro con desconfianza, verifico diez veces el horario, el andén, las estaciones, el apellido del maquinista, no puedo concentrame en mis lecturas edificantes por temor de aparecer en alguna remota estación de los Alpes. Incluso he llegado a pensar que a lo mejor sí tengo que sacar el permiso de conducir. O por lo menos empezar a tratar de desentrañar el misterioso horario de bus que tengo en mi mesa de noche. Fue bonito mientras duró, mon cher train. C'est fini.

mardi 8 mai 2007

Pajaritos a volar

La musiquita la saqué al toque, pero se me hizo imposible comprender la letra. Y como Magtán se negó rotundamente a cantarme "La danse des canards" (El baile de los patos), o sea "Pajaritos a bailar", no me quedó otra que averiguar por mi cuenta. Según Wikipedia, la canción se hizo popular en los años 50 gracias al suizo Werner Thomas, con el título Der Vogerltanz, pero fue en los ochenta que volvió a sonar en una versión de J.J Lionel, ya con coreografía y todo. Debe ser por esa época que yo, todavía en la cuna of course, la escuché y la bailé al ritmo de Parchís. Este es un fragmento de la letra en francés (aunque también hay una variante titulada "La danse des Poussins" o El baile de los pollitos):
C'est la danse des canards / Qui en sortant de la mare / Se secouent le bas des reins / Et font coin-coin / Fait's comme les petits canards / Et pour que tout l'monde se marre / Remuez le popotin / En f'sant coin-coin / À présent claquez du bec / En secouant vos plumes avec / Avec beaucoup plus d'entrain / Et des coin-coin / Allez mettez-en un coup /Maintenant pliez les g'noux / Redressez-vous…
Y estas son las versiones en otros idiomas:
En este trance también he encontrado la letra de "Riz au Lait", o sea "Arroz con leche me quiero casar" en francés y la versión completa de "Mambrú se fue a la guerra" (Mambrou est parti à la guerre) con un final trágico que nunca escuché en mis rondas infantiles:

Mambrú se ha muerto en guerra
Chivirín chivirín chin chin
Mambrú se ha muerto en guerra
Lo llevan a enterrar
Aja ja aja ja
Lo llevan a enterrar

Con cuatro oficiales
Chivirín chivirín chin chin
Y un cura sacristán
Aja ja aja ja
Y un cura sacristán

Arriba de su tumba
Chivirín chivirín chin chin
Arriba de su tumba
Un pajarillo va
Aja ja aja ja
Un pajarillo va

Ya me las olía yo que esta historia de Mambrú no podía terminar bien, primero venía para Pascuas, luego para Navidad y al final nos dejaban en ascuas.

dimanche 6 mai 2007

Voilà Cantona


Al igual que el 22 de abril pasado, día de la primera vuelta electoral francesa, hoy, minutos antes de que se anuncien los resultados de la segunda vuelta, El Rey dirigirá un mensaje a través de TF1. Si pues, Francia es una república pero el ex futbolista Eric Cantona sigue siendo The King y esta noche, ataviado como un monarca de los viejos tiempos, protagonizará un spot publicitario para una cadena de casinos.
Alejado prontamente del fútbol francés debido a su explosivo carácter, Cantona migró a Inglaterra para jugar por el Leeds United. A los pocos meses ya celebraba con su nuevo equipo su primer título de campeón y acuñaba la que sería la primera de sus "frases célebres": I love you, I don't know why, but I love you. Pero fue con la camiseta del Manchester que se convirtió en Eric The King: cuatro veces campeón de la liga inglesa. Su temperamento, sin embargo, volvió a ponerlo en off side en 1995, cuando le propinó una patada voladora a un espectador que lo había insultado.
Dos años después, el marsellés -paisano de Zidane- colgó los chimpunes e inició una "carrera" publicitaria que se caracterizaría por los guiños a su personaje futbolístico: en un comercial de Nike, aparecía su foto y un lacónico mensaje "1966 fue un gran año para el fútbol inglés, nació Eric Cantona", claro que también fue en esa fecha que los ingleses ganaron el mundial. En otro spot, esta vez para una línea femenina de máquinas de afeitar, Cantona se mete a la ducha con un gorro rosado luego de tomar prestada la maquinita de su esposa. Además de sus jugosos contratos publicitarios, Cantona se ha dedicado a promover el fútbol playa (en 2005, el equipo francés ganó el campeonanto mundial de esta disciplina con Cantona como entrenador) y ha participado en varias películas (L'outremangeur, La vie est à nous, Les enfants du marais). En 2001 fue elegido jugador del siglo por los seguidores del Manchester United y en 2005 una encuesta lo consagró como el mejor jugador de la historia de la Premier League.
Yo no sé mucho de fútbol, pero me gustan los buenos partidos, las finales emocionantes y las personalidades originales. Hace tiempo he renunciado a hacerme ilusiones cuando juega Perú, y ya no hincho por ningún equipo nacional, pero me caen bien algunos futbolistas. No soporto a Maradona, le tengo simpatía a Pelé, me reconcilié con Zidane después del cabezazo y ya estoy harta de la familia Beckham, así de subjetivos son mis criterios futboleros. En esa misma línea, no me pierdo una de las ocurrencias de Cantona, como esta parodia de Superbowl que le echará un poco de leña a una pugna electoral cuyo ganador ya está casi cantado (todo indica que se la lleva Sarkozy). I love Cantona, I don't know why, but I love him.

mardi 1 mai 2007

Los niños cantores

Hoy es 1º de mayo, día laborable en casi todos los cantones suizos, con la sola excepción de Jura si no me equivoco. Al igual que los impuestos, la currícula escolar y el sistema de recojo de basura; los feriados cambian de cantón en cantón. Por ejemplo, como Fribourg es un cantón católico, nos toca feriado la próxima semana por Pentecostés (no me acuerdo qué día es, el 8 creo), mientras que los cantones suizo-alemanes tendrán que chambear porque son protestantes. Tengo la impresión de que los cantones católicos tienen más feriados que el resto, pero no podría asegurarlo.
Sin embargo, hoy, día del Trabajo y cumpleaños de mi viejo, no es feriado. En cambio, la tradición dicta -ya averiguaré por qué- que cada 1º de mayo, los niños vayan de casa en casa ofreciendo canciones a cambio de monedas o golosinas.
Son las 11 de la mañana y ya he recibido a un dúo mixto (foto superior), un trío femenino (foto inferior) y uno masculino, un dúo de hombres y dos solistas (en la foto de abajo, una de ellas espera su turno después del trío). La mayoría canta pésimo y acelera hacia el final de la canción de la pura curiosidad por ver qué les vas a dar, pero todos se te presentan muy seriecitos, te saludan de lo más educados y te preguntan "on peut chanter?".
Aún no es mediodía, ya me estoy quedando sin sencillo, en la casa solo tengo unos chocolates que vencieron hace meses y no pienso arriesgarme a una denuncia por intoxicar criaturas. Mejor saco a pasear a Zambi, que todavía no entiende a qué viene este desfile de pollitos y gallos.