lundi 26 mars 2007

Friburgo-Jura-Alsacia-Basilea-Francfort-Washington


El viaje empezo el viernes por la tarde, cuando partimos de Friburgo hacia la casa de los papas de Magtan, en Jura, porque nos van a cuidar a Zambi y porque nuestro vuelo salia del aeropuerto Basel Mulhouse (mulus en pronunciacion francesa), que queda a hora y pico de la casa de mis suegros. A la manhana siguiente, cinco y media de la manhana, mi suegro nos conduce a Basilea (Basel en Ingles, Bale en frances) no sin antes pregutnarnos si hay que entrar por Francia o por Suiza. Con tanto ajetreo de los ultimos dias y tan pocas horas de suenho, prefiero asumir que no he entendido la pregunta, y dejar que Magtan se entienda con su papa. Total, el que vive en este pais hace anhos es el, y ya debe haber entendido los misterios de este aeropuerto que a mi no deja de sorprenderme.

El auto avanza por las apacibles calles de Alsacia (un insolito atajo exige adentrarse en territorio frances para luego regresar a la frontera, en el limite con Basilea), mientras ellos siguen tratando de dilucidar si nuestro vuelo sale por Suiza o por Francia. Dificil saberlo, puesto que cuando compras un boleto que sale de Mulhose nadie se toma el trabajo de explicarte que en realidad son dos aeropuertos o algo por el estilo: una parte ocupa territorio frances y la otra, territorio suizo, o sea sus instalaciones se levantan justo sobre la linea limitrofe que separa a ambos paises.

Las dos veces que he utilizado este aeropuerto -en diciembre, cuando llegue, y el viernes pasado, cuando tomamos la conexion que nos llevaria a Francfort y finalmente a Washington DC.- hemos ido de un terminal a otro pasando del frances al aleman y padeciendo la escasa claridad de las indicaciones. Ni los empleados se ponen de acuerdo para indicarte en que casos sales de un terminal o del otro (no, no depende e tu nacionalidad, ni de la aerolinea, ni de donde compraste el pasaje, aunque a veces puede depender de todo eso a la vez) o que haces una vez que te registraste en la zona francesa pero te tienes que sellar tu pasaporte en la parte suiza.

Salvados todos los tramites, nos quedan dos horas de espera. Aprovecho para dormir un poco bajo la irrepetible sensacion de tener los pies en Francia y la cabeza en Suiza, o viceversa que para el caso da exactamente lo mismo.


PD: Mientras escriba desde la comptuadora de mi primo en Washington, no veran ningun acento. Desolee

mardi 20 mars 2007

48 horas antes del inicio de la primavera ...


... el invierno se desató en Suiza. Parece diciembre, dicen, porque no hace taaanto frío - menos tres no más- y los copos son chiquitos. Adiós morilles hasta nuevo aviso.

samedi 17 mars 2007

Doctor Morilles


Shhhhhhh. Silencio en el bosque y échense a buscar. Hemos llegado al point de las morilles, que al parecer son a los champignones lo que papa amarilla es a la papa, o sea la variedad más sabrosa. También es la menos común y, por lo tanto, la más cotizada en el mercado: un kilo de morilles secas puede costar hasta cien dólares en un supermercado.
Por eso, shhhhh, que nadie se vaya a enterar que estamos en uno de los pocos sitios donde ya han comenzado a brotar a estas alturas del anho. Pero quién va a meterse a este fin de mundo, me atrevo a replicar haciendo gala de mi terco escepticismo citadino solo para toparme con la severa mirada de Magtán que acaba de extender el brazo para mostrarme a otro recolector que se aleja en la dirección opuesta de nuestro rincón del tesoro. Ta bien, mejor me callo.
La primera vez que Magtán me contó sobre la tradición familiar de salir a buscar champignones todavía éramos novios virtuales, así que solo pude ver las fotos de su botín y no se parecían en nada a los champignones limpiecitos y perfectamente envasados que se venden en Santa Isabel. Esos son "paris", me explicó mi futuro esposo. Resulta que los paris los encuentras casi por todas partes durante el verano, pero también hay bolets, trumpets, chanterelles y unas cincuenta variedades más, por hablar solo de los que se pueden comer. Claro, también están los venenosos. Así que mejor no te pongas a recoger champignones si no sabes del tema.
De hecho, la experiencia puede ser muy frustrante si no conoces las temporadas de cada variedad, sus formas (para poder distinguirlos entre la maleza) y el hábitat en que suelen desarrollarse (los alrededores de los árboles poblados de musgo, las quebradas cubiertas de hojas secas, las orillas de los riachuelos). También debes estar dispuesto a ensuciarte las manos y la ropa, porque no hay manera de distinguirlos a menos que claves la rodilla en el suelo y apartes delicadamente ramitas, hojas, dátiles secos y demás. Delicadamente es la palabra clave. Tienes que tener cuidado donde pisas porque de un solo zapatazo puedes estropear un hermoso grupo de champignones.
Hemos dejado el auto al borde de la carretera. Luego de caminar un poco a través del campo, tomamos una trocha que data de la época medieval -y que desembocaba en un castillo del que ahora no quedan ni rastros- y finalmente nos desviamos otra vez, ahora sí en el bosque, bosque. Hay que trepar un poco, y bajar de nuevo hasta llegar a un río seco. Una vez ahí, shhhh.
Luego de una hora de escrutar minuciosamente el suelo, regresamos a casa con diez morilles pequenhas. Suficiente para una buena salsa que queda buenaza con cualquier carne. No está mal para ser la primera salida del anho y mi debut absoluto en estas lides. Bon appétit.

PD: En la foto, la morille es esa cabecita negra junto al dedo de Magtán. Hay que sacarla de raíz. Hoy solo encontramos chiquitas, de entre dos y cinco cms., pero pueden llegar a medir hasta 30 cms. de alto, y entonces se les llama morillons.

mardi 13 mars 2007

La noticia suiza de la semana

El cuasi incidente helvético-liechtensteiniano

A ver ninhos, capital de Liechtenstein? Nada de lichtenqué, el principado hijito, que tiene 160 kilómetros cuadrados de superficie y 35 mil habitantes. Vaduz peee. No, si yo tampoco tenía idea hasta que me topé con esta noticia en el periódico de hoy: Ocurre que una ligera confusión de coordenadas ha convertido a los militares helvéticos en el hazmerreír de sus pares del resto del mundo. O al menos así es como han decidido levantar la noticia los medios locales.
Todo comenzó la noche del 28 de febrero pasado, cuando un contigente de 170 soldados realizaba un recorrido de entrenamiento de 25 kilómetros. El destino era la localidad suiza de Luzigsteig, pero como hacía frío, llovía a forro y todo estaba muy oscuro; el encargado de la patrulla no le prestó mucha atención a su brújula hasta que un discreto letrerito les hizo saber que se encontraban en la comuna liecteinsteniana de Balzers. Nada grave por suerte, media vuelta previa llamada al alcalde de la jurisdicción para expresarle las más civilizadas disculpas y todos a comer fondue en el cuartel.
Solo que a alguien -se sospecha de alguno de los reclutas, indignado por haber caminado más kilómetros de los programados en pleno invierno, aunque también podría haber sido algún súbdito del principado ansioso de poner su terrunho en el mapa internacional- le pareció que la historia podía ser intererante, y no se equivocó. Daniel Reist, portavoz de las fuerzas terrestres suizas, se vio de pronto catapultado a las ondas catódicas de Al Jazira, Stern TV (Alemania), REN TV (Rusia) y a las páginas de medios como el Washington Post y el New York Times, además de una presentación en radio Europe1 para el programa On va se gêner, un irreverente espacio que se caracteriza por no dejar munheco con cabeza. "En este tipo de situaciones, solo te salva el humor", declaró Reist con envidiable sentido de la autoderisión. Qué armas portaban los soldados perdidos? le preguntaron. "Cuchillas suizas, por supuesto", contestó. Bueno, la intención es lo que cuenta. Por su parte, en el New York Times, el escritor suizo-alemán Peter Stamm se tomó el trabajo de explicar que esta anécdota no debía sorprender a nadie teniendo en cuenta que el ejército de la confederación utilizó palomas mensajeras hasta 1994, mientras que el escuadrón de ciclistas fue desarticulado hace solo cuatro anhos.
Y a todo esto que dicen los presuntos invadidos? Pues nada, que cuando quieran vecinos, cualquier cosita acá estamos no más, total si lo que no debe sobrar en Liechtenstein son turistas.

vendredi 9 mars 2007

MUDANZAS HAMEL
Siempre listo, siempre fiel

Desde el lunes,
visítenos en

nuestro nuevo local!

No se pierda la
gran inauguración!

Pica pica


He postergado varias semanas el momento de buscar su significado en el diccionario. Y aunque ya sospechaba lo que quería decir, guardaba alguna esperanza de que se tratara de un animalito típico de estas tierras. Pero no, efectivamente, cada vez que Magtán me contaba de las veces que se había encontrado un tique y cada vez que yo leía en los diarios advertencias sobre el inicio de la temporada de tiques y las enfermedades que pueden causar me estaba negando a aceptar que me estuvieran hablando de garrapatas. Mecanismo de evasión que le llaman pues todo indicaba que se trataba de esos horripilantes bichos que en Lima únicamente vi una vez , en realidad primero lo palpé, en la piel de nuestra perra, la Goya.
"Se te suben y se alimentan de tu sangre", me explicaba Magtán, "a Zambi le he sacado unos bien gordos, pero yo solo me encontrado unos chiquitos, aunque una vez se quedaron las patitas cuando me lo saqué y tuve que ir al doctor". He ahí el único motivo que me servía para aferrarme a la posibilidad de que no fueran garrapatas: a quién se le ocurre ir al doctor para que te saque una? Pues no sé si sea una característica de las garrapatas europeas pero, según advierte la prensa, estos tiques son transmisores de dos enfermedades que pueden ser graves: la encefalitis del tique y la borréliose de Lyme. Los primeros síntomas de ambas son semejantes a la gripe, solo que la encefalitis suele pasar rápido y sin mayores consecuencias (a excepción de un 10% de casos); pero la borréliose causa inflamaciones del sistema nervioso y muchas veces sus estragos solo son identificables al cabo de varios anhos. Incluso hay vacunas para prevenirla, solo que no impiden que se te peguen los bichos.
Como las garrapatas hibernan en los meses más fríos y generalmente mueren debido a la sequedad del verano, la mayor cantidad de "mordeduras" se registra en primavera. O sea, ahorita no más. Magtán me jura por todos los picos alpinos que basta con echarse repelente pero el bombardeo mediático me hace sospechar algo un poco distinto.
Yo he tenido piojos, cuando vivía en Huancayo, y recuerdo que con Fiorella nos los sacábamos mutuamente cuando no teníamos nada mejor qué hacer. También se nos han subido varias pulgas -culpa de nuestros perros y gatos demasiado callejeros para que los productos ad hoc les hicieran efecto- que solíamos guardar cuidadosamente entre nuestras manos para soltarlas en los buses llenos de gente (éramos unas criaturas, no muy inocentes, pero criaturas al fin). Y nos encantaba jugar a matar zancudos compitiendo por ver quién hacía la mancha más grande y sanguinolenta en la pared. Pero garrapatas? Y eso que no les cuento el lugar del cuerpo humano en que prefieren alojarse, solo les diré que les encantan las zonas peludas, pero mayormente no logran sobrevivir para ubicarse en la cabeza.
La población de riesgo? Los caminantes -como mi marido y su perro- y los recolectores de champignhones, como mi marido, toda mi familia política, el perro y, a menos que encuentre una buena excusa a la brevedad posible, este pechito.
Yo siempre le he tenido reparos a la naturaleza, y en algún momento aprendí a aceptar sin complejos mi espíritu antirrural. Los viajes de Rafo León y los documentales sobre las maravillas del campo nunca me convencieron de abandonar la seguridad del cemento. Ahora veo que no me faltaba razón, pero me temo que es un poco tarde. Nunca como en estos días he visto tan entusiasmados a mis suegros y mi cunhada. Llaman a la casa para preguntarle a Magtán si en sus caminatas ya ha visto algunas morilles o bolets o paris (champignones todos), y para pedirle las coordenadas exactas de los points fijos. Y él que no, pero que ya no debe faltar mucho, porque el invierno casi no se ha sentido y seguro que pronto comienzan a brotar. Junto con las garrapatas, pienso yo y, al parecer, soy la única que lo piensa.
Mientras escribo estas líneas, Zambi duerme la siesta del que quizá haya sido nuestro último paseo hasta el próximo inverno. Y a mí ha empezado a picarme todo el cuerpo.

dimanche 4 mars 2007

Cambio de cancha

La próxima semana nos mudamos. Bueno, ya nos estamos empezando a mudar o, mejor dicho, Magtán ha empezado a embalar y llevar cajas al nuevo departamento. Yo casi no he colaborado, para ser franca. Las mudanzas me dan flojera y, sobre todo, me angustian. Siempre pasan varios días hasta que encuentras el control remoto o la caja donde pusiste tus calzones, y por lo general se te rompe justo el único disco que realmente tenía sentido. Así que antes y durante cada mudanza me multplico por cero y no solo no ayudo sino que generalmente estorbo. Por eso en estos días casi no he salido de la cama, me he limitado a mirar como volvían a salir de esta casa los pocos enseres que logré traer de Lima.
El próximo domingo a esta hora ya debemos estar instalados. El sábado vendrán mis suegros para ayudarnos a llevar la cama y el armario, que son los únicos muebles que merecen esa denominación entre las cosas que tenemos. El resto son fósiles, minerales, monedas, estampillas y un poco de ropa mía (no sé qué se hicieron mis veinte kilos de equipaje).
Como era de esperarse vamos a pasar algunos días sin teléfono y, oh margot, sin internet. Magtán dice que máximo 48 horas, yo prefiero hacerme a la idea de que voy a pasar incomunicada una semana por lo menos.
Vamos a vivir en un depa con dos cuartos, el nuestro y el de huéspedes, sala, cocina y banho; o sea bastante más espacio que en este estudio de un solo ambiente. Hay una estación de tren a la que, aleluya, puedo llegar a pie (y hasta con tacos) y la vista es linda desde la terraza donde nunca haré parrilladas (y no es que haya ninguna ley en contra, es solo que yo no hago parrilladas).
Estoy casi segura de que cuando pase todo el barullo, estaré muy contenta en Rosé, mi nuevo barrio. Solo que ya casi estaba contenta aquí, en Villarimboud. Uff, el anho del chancho apenas comienza y ya me está cayendo pesadito.