samedi 16 décembre 2006

E.R.




Mi novio sangra. Es apenas mediodía de un sábado ue promete relax, y él sangra. El poodle blanco de once anhos y siete kilos que Magtán heredó de su ex acaba de hacerle una profunda herida entre la nariz y el labio superior. Sangra mucho. Y yo no atino. A dónde ir en medio de la campinha suiza, sin licencia de conducir? No he visto una sola farmacia en los últimos diez días. Pero sí un hospital: a veinte minutos en auto, por carretera. Mientras yo reflexiono sobre estos avatares de la vida en el extranjero, él me ha marcado el número de su hermana. El cunhado vendrá por nosotros.
Magtán entra rápido a la sala de emergencia pero tarda una hora en salir. Me dicen que hemos tenido suerte, todos tienen historias en las que el trance tarda de dos a cinco horas (voilá un rapto nostálgico: qué rápido te atendían en las cínicas). Regresamos a casa con seis puntos de sutura y una pinta bastante original para la boda, dentro de exactamente seis días. Dice que se va a dejar el bigote para disimular.

P.D: El perro no será sacrificado porque la víctima ha reconocido tener parte de culpa.

Aucun commentaire: